miércoles, 7 de febrero de 2018

Ciudadanos, el problema de "ser de centro"

A raíz de las pasadas elecciones catalanas, en las que Ciudadanos consiguió la mayoría de escaños, aunque perdió al no poder gobernar, el partido de Albert Rivera parece haber ganado mayor popularidad entre los españoles, convirtiéndose, según las encuestas, en rival directo de un PP en crisis. Tampoco es la primera vez que los "naranjas" aparecen como opción ganadora en unas hipotéticas elecciones generales, pues en 2015 también parecía que este partido podía ganarlas tras su buen resultado en las elecciones catalanas, pero que, finalmente, acabó en decepción. Aún quedan mas de dos años para las siguientes elecciones generales (si no se adelantan, cosa que parece improbable porque debilitaría al PP, afectado por la corrupción), así que todo puede cambiar.

Los partidos de centro, por lo general, no suelen ser muy exitosos, en cuanto a votos se refiere. Su problema radica en que, al intentar mantener posturas moderadas y "caer bien a todo el mundo", cosa que es imposible, a la hora de tomar decisiones transcendentales puede provocar que una parte de sus apoyos se alejen al considerarlos que se están moviendo a la derecha o a la izquierda. Ya lo sufrió en España la UCD, que, si bien fue el partido mejor preparado para acometer la delicada transición a la democracia por sus posturas moderadas, cuando este partido y su líder, Adolfo Suárez, tuvieron que gobernar, el partido se descompuso por las políticas que aplicó. Ejemplo de ello fue la aprobación de la Ley del Divorcio, a la cual se opuso el ala más conservadora de la UCD. Finalmente, Suárez dimitió, y su sucesor, Calvo-Sotelo, siguió aplicando políticas polémicas como la adhesión a la OTAN. En las elecciones de 1982, la UCD pasó de un 35% de los votos a menos del 7%, una de las mayores caídas que ha tenido un partido político gobernante en Europa.

La sucesora de UCD, Centro Democrático y Social, fundada y liderada por Adolfo Suárez, no tuvo tanto éxito. Como le ocurrió al anterior partido, CDS tuvo que mojarse, pero esta vez para apoyar gobiernos en las autonomías. El apoyo de los centristas a gobiernos de Alianza Popular (el antecesor del PP) hizo que el partido quedara, a ojos de la opinión pública, a la derecha. Si a esto le sumamos los problemas internos que tuvo, y que hicieron dimitir a Suárez, CDS se hundiría en las generales de 1993, perdiendo su presencia parlamentaria, e iniciando una travesía por el desierto hasta su disolución en 2006.

Cierto es que el contexto de C's es diferente del que tuvo CDS. Para empezar, CDS tuvo que enfrentarse al ascenso de Aznar como líder de los populares y su pretensión de hacer del refundado PP un partido de centro-derecha homologable a los demás partidos europeos, eliminando su pasado  post-franquista, del que Fraga no pudo deshacerse. Ahora es el PP quien tiene que enfrentarse a un partido cuyo líder ha conseguido seducir a parte de sus votantes potenciales, abanderando la oposición al nacionalismo catalán, y con un líder joven y moderno. Pero este ascenso puede acabar si C's acaba tomando responsabilidades de gobierno, y como hizo UCD y CDS, opta por tomar posturas muy radicales, acabando así con su credibilidad como partido de centro.

jueves, 1 de febrero de 2018

Nación y Estado

A consecuencia del asunto del Procés en Catalunya, que parece no acabar nunca, han surgido (o mejor dicho, renacido) propuestas a favor de recentralizar el Estado o, en su defecto, disminuir las competencias de las Comunidades Autónomas. En primer lugar, decir que el problema no se va a resolver recentralizando, e incluso esto podría ser contraproducente en el sentido de que los nacionalistas catalanes lo usarían a su favor para justificarse a sí mismos como "liberadores del Estado opresor". Y hay que decir que los Estados europeos han tenido en las últimas décadas procesos descentralizadores, incluida la centralista Francia desde la época del presidente Mitterrand en los 80.  

Con esto, hay quienes defienden la "sagrada unidad" de la nación española, que para ellos se remonta a tiempos antiguos, remontándose, incluso, a la época de Viriato. Para empezar, el término Hispania no era el equivalente a la España actual, sino que hacía referencia a toda la península Ibérica y Baleares, en la que, además, convivían diversos pueblos junto a los romanos. Durante la Edad Media, la península se dividió en diferentes reinos cristianos (León, Castilla, Navarra, Corona de Aragón y Portugal) que buscaban reconquistar los territorios bajo poder islámico, porque se consideraban herederos del anterior reino visigodo de Toledo. Muchos indican que el nacimiento de España surge de la unión entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, aunque
esto no es del todo cierto, ya que los diferentes reinos que componían sus Coronas (una Corona es un conjunto de reinos bajo la soberanía de un mismo monarca) eran, en la práctica, completamente autónomos, y contaban con sus Cortes y leyes propias. Esto se daba especialmente en la Corona de Aragón, donde sus cuatro reinos (Aragón, Catalunya, Valencia y Mallorca) contaban con sus propias Cortes hasta la llegada de los Borbones en el siglo XVIII. Pero, incluso con la unión dinástica, había territorios fuera de su control, porque Navarra no se uniría a la Corona de Castilla hasta 1512, y Canarias aun estaba a medio conquistar. 

También hay que destacar que Catalunya llegó a ser una república independiente durante unos días en enero de 1641, para pasar a soberanía francesa. Cuando se dieron cuenta de que Francia era aún más centralista que la Monarquía Hispánica, volvió, aunque el Rosellón permanecería en Francia hasta hoy. Sin embargo, este asunto es discutido.

Con esto, voy a entrar en el asunto central de esta entrada, que viene a ser la diferencia entre "nación" y "Estado". Leyendo acerca del asunto, he llegado a la conclusión de que la "nación" es un término subjetivo, y por lo tanto, ambiguo. Por un lado, existe la nación política, que definiría al sujeto sobre el cual reside el poder del Estado, y que surgió con la Revolución Francesa y el liberalismo. La nación sería el pueblo o, más correctamente, el conjunto de ciudadanos con derechos políticos (voto), y estaría íntimamente ligado al concepto de democracia. Por otra parte, está la nación cultural, una comunidad de personas con características culturales comunes y diferenciadas del resto, y que coincide con la definición de nación de los movimientos independentistas catalanes.

En cuanto al "Estado", este es un concepto mucho mas empírico, y se define como un conjunto de instituciones políticas con autoridad para implementar normas sobre un determinado territorio y población, a través de unas instituciones, así como representarlo en el exterior. 

Espero que les sea aclarador.




viernes, 22 de diciembre de 2017

ANÁLISIS Y REFLEXIÓN DE LAS ELECCIONES DE CATALUNYA DE 2017

Fuente: ABC
Ayer se celebraron unas elecciones clave, tanto para Catalunya como para toda España. Estas fueron las primeras realizadas tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española por el Senado, dominado por el Partido Popular.

Para sorpresa de muchos, el bloque independentista (JxC, ERC y la CUP) ha superado la mayoría absoluta con 70 escaños, gracias, en parte, a la ley electoral catalana que concede a las provincias de Girona, Lleida y Tarragona más diputados de lo que les correspondería. Además, JxC, la marca blanca con la que a concurrido Puigdemont a estas elecciones, a superado por 2 escaños a ERC. Parece ser que Catalunya tendrá un President "plasma" (para no gustarle el PP, les copian sus ideas). ERC, que al principio parecía haberle quitado todo su votante a la antigua Convergencia, se queda tercero con 32 escaños, dos menos que la lista de Puigdemont. El hecho de que su candidato esté en la cárcel, y el poco carisma de Marta Rovira, que ha ejercido de sustituta en los debates, no le ha servido para ser la fuerza más votada, pero podría gobernar en una posible coalición nacionalista. La CUP pierde gran parte de su electorado de 2015, probablemente por haber apoyado a un President de la Generalitat de derechas.

En cuanto al resto de candidaturas, la palabra que describe como se sienten es "decepción". Para empezar, Catalunya en Comú, que aspiraba a ser la "llave" del futuro gobierno de la Generalitat, no solo no lo ha conseguido, sino que pierde representantes con respecto a la anterior convocatoria. Un duro varapalo para la coalición de Unidos Podemos, similar al de hace tres años. El discurso de Xavier Domènech, por la superación de los bloques y la creación de un gobierno de izquierdas (que habría sido imposible, por la negativa del PSC de pactar con ERC y la CUP), no ha calado en el electorado.

Ciudadanos ha sido la fuerza más votada y con más escaños de Catalunya, siendo la primera vez que un partido no nacionalista lo consigue (el PSC también consiguió ser dos veces la fuerza más votada, pero consiguió menos escaños que CiU). Arrimadas ha hecho uso de la habitual arrogancia a la que nos tienen acostumbrados los del partido naranja, celebrando que ha perdido.

En cuanto al PSC, su subida a sido mínima, 1 escaño con respecto a las pasadas elecciones. Su intento por evitar que el "voto útil" fuera a ciudadanos a hecho que frenara su racha de caídas consecutivas desde el 2003, pero su influencia en el próximo Govern será nula. Y el PP de Albiol se hunde con tres escaños, llegando a superarle la CUP por un solo escaño. Personalmente, esto ha sido lo mejor que ha pasado en estas elecciones: el PP pasa a ser un partido aún más marginal de lo que era. Esperemos que en las próximas desaparezca.

Ahora, el problema se ha ido al Gobierno de Rajoy. Su aplicación del 155 ha concluido en un fracaso de las fuerzas "canstitucionalistas", y devuelve a la presidencia a Carles Puigdemont, que debe decidir si pretenderá seguir con la interminable hoja de ruta independentista, o centrarse en gobernar la Generalitat. Ahora solo queda una única opción: diálogo.

Para ver mas información de los resultados electorales, aquí.



jueves, 21 de diciembre de 2017

La experiencia de la democracia participativa en Suiza

Ya publiqué una vez una entrada sobre las peculiaridades del sistema político Suizo, y de los beneficios que tiene, a mi parecer, la democracia directa. En realidad, en Suiza se da la democracia participativa, que combina elementos de la representatividad y la democracia directa. Hoy me voy a dedicar a mostraros como funciona la democracia participativa en Suiza.


EL REFERÉNDUM COMO HERRAMIENTA DEMOCRÁTICA

El referéndum es el elemento básico de la democracia suiza. Para que se apruebe una consulta, deberá haber una doble mayoría, es decir, que la propuesta haya sido aprobada por la mayoría de los ciudadanos suizos y por la mayoría de los cantones que componen la confederación (mínimo 14 de los 26 cantones y semicantones). Suiza permite TRES tipos de consultas ciudadanas a nivel federal, las cuales dependen de los temas a tratar:
  • Referéndum obligatorio: cualquier cambio constitucional, por mínimo que sea, adhesión a una entidad supranacional (p. ej. OTAN, UE, etc.), o ley federal urgente debe pasar forzosamente por el veredicto de las urnas.
  • Referéndum facultativo: permite someter una ley federal ordinaria a referéndum, si así lo requieren un mínimo 50000 ciudadanos, o un mínimo de ocho cantones, durante los 100 días posteriores a la promulgación de dicha ley.
  • Iniciativa popular: permite a los ciudadanos redactar una ley para su aprobación por las cámaras federales y, una vez aprobado, se somete a referéndum.
Por lo tanto, el consenso es algo muy necesario en la política suiza. Cualquier ley corre el riesgo de ser sometida referéndum, además de que el gobierno federal es compartido entre varios partidos, que deben ponerse de acuerdo. En la práctica, los partidos políticos suizos tienden a ser conservadores, facilitando el consenso, y los referéndums a nivel federal no es algo tan común como puede parecer. Sin embargo, creo firmemente que este sistema puede ser beneficioso para un país tan necesitado de acuerdos como España, ya que forzaría a los partidos a pactar. 

DEMOCRACIA DIRECTA: EL LANDSGEMEINDE

Mención aparte merece este elemento único de la política suiza. La Landsgemeinde se trata de una especie de asamblea, que imita al ágora de la democracia ateniense, en la que se reúnen todos los ciudadanos de un pueblo o cantón para debatir y aprobar sus leyes. Este sistema solo se aplica, por cuestiones de población, en los municipios más pequeños de Suiza, y en los cantones de Appenzell Rodas Interiores y de Glaris. 

La forma de votar es muy simple: los ciudadanos presentes deben votar alzando una de las dos cartulinas que se les dan, una roja (en contra) y otra verde (a favor) para aprobar o rechazar una ley.

CONCLUSIÓN

La democracia participativa permite a los ciudadanos tener una verdadera voz que complemente y controle a la de los diputados. Mi propuesta para España sería la de reformar la Constitución para permitir la participación activa de los ciudadanos, y "forzar" al sistema a tenerlos en cuenta. Porque a un gobierno que se le supone democrático no debería salirle fácil dar la espalda al pueblo.

Para saber más:

miércoles, 20 de diciembre de 2017

La austeridad como herramienta del movimiento obreo

Desde el inicio de la crisis económica en 2008, en España y otros países del sur de Europa se ha aplicado una política de austeridad, que ha afectado duramente contra los grupos sociales más desfavorecidos, y de la cual no hemos salido, pues el país sigue sujeto a un estricto control por parte de la UE. Por ello, los sectores progresistas y el resto de la izquierda política ha defendido el fin de la austeridad y la aplicación de medidas expansivas (más gasto público) como forma de recuperar el bienestar que las clases medias y trabajadoras han perdido. Aunque, como ocurre en Grecia y Portugal, esto es muy difícil dentro de una organización como la UE y en la zona euro.

Enrico Berlinguer (1922-1984)
Sin embargo, hay quien desde la izquierda propugna la austeridad como una forma de superación del capitalismo, al basarse este último en la acumulación de riqueza producida gracias al consumo (y despilfarro) de los ciudadanos. Aquí es donde yo me posiciono, porque las políticas expansivas propias del keynesianismo tienen como objetivo fomentar el gasto de los ciudadanos para restaurar el sistema económico tal como era antes de la crisis. Keynes, como miembro que era miembro del Partido Liberal británico, no tenía como objetivo proteger a la clase trabajadora, sino la de mantener el statu quo social y económico que había sido puesto en cuestión en los años 30, a raíz de la Gran Depresión. Por lo tanto, las políticas keynesianas, en ningún caso, busca el fin del sistema capitalista.

Con todo esto, resulta indispensable recordar un discurso pronunciado por el que fuera secretario general del PCI (Partido Comunista Italiano), Enrico Berlinguer, en 1977. En él se definía la austeridad como:
"el medio de impugnar desde la raíz y sentar las bases de la superación de un sistema que ha entrado en una crisis estructural y de fondo, no coyuntural, y cuyas características distintivas son el derroche y el desaprovechamiento, la exaltación de los particularismos y de los individualismos más exacerbados, del consumismo más desenfrenado." (mientrastanto)

Tales palabras, dichas hace 40 años, son completamente aplicables a la actual situación en la que el Europa se encuentra. Y no solo en Europa, sino que son igualmente acertadas ante el grave problema social y ecológico al que se enfrenta la humanidad en su conjunto. El ahorro no debe entenderse como una forma de egoísmo propia del actual sistema capitalista, sino como una herramienta para salvaguardar nuestros recursos para que puedan ser disfrutados por las próximas generaciones. El capitalismo, representado por las grandes corporativas, necesita del consumo desenfrenado para seguir existiendo, creando necesidades artificiales y aprovechándose de trabajadores y consumidores.

En conclusión, es la hora de transformar el sistema económico y social vigente por otro basado en los principios de la austeridad, la transparencia, la sencillez, y en la autonomía tanto personal como de los diferentes sectores de la sociedad.

martes, 19 de diciembre de 2017

La crisis constitucional australiana de 1975

En esta ocasión voy a tratar una de las mayores crisis políticas e institucionales que a padecido Australia desde su formación como Estado en 1901. Me ha parecido interesante porque, por un lado, demuestra que los sistemas constitucionales pueden verse afectados problemas de inestabilidad, fruto de la nula previsión de ciertos sucesos que pueden darse.



Para introducirnos un poco en el sistema político australiano, se trata de una monarquía parlamentaria federal. El jefe de Estado es la reina de Inglaterra, la cual es representada por un Gobernador General, que adquiere todos sus poderes y derechos. El poder legislativo reside en el Parlamento, el cual está dividido en una cámara baja, la Cámara de Representantes (House of Representatives) y el Senado (Senate), siendo la primera la más relevante políticamente. El Senado también tiene una influencia política notable, pudiendo bloquear las propuestas aprobadas por la Cámara de Representantes; esto es esencial para entender este caso. Además, Australia se compone de seis Estados y dos Territorios con autonomía política.


En Australia se da un sistema bipartidista, entre el Partido Laborista (centro-izquierda) y la Coalición Liberal-Nacional formada por el Partido Liberal (centro-derecha), y el Partido Nacional (anteriormente llamado Country Party, defensor de los intereses de los agricultores y ganaderos del país). Este sistema se ve favorecido por el sistema electoral de circunscripciones uninominales (un diputado por circunscripción) de la Cámara de Representantes, que dificulta la entrada de partidos minoritarios.


Gough Whitlam
Desde 1949, la Coalición Liberal-Nacional se hizo dominante a nivel federal, ganando las sucesivas elecciones frente a un Partido Laborista con crisis internas, facciones y líderes débiles. Esta "travesía por el desierto" finalizó con la elección de Gough Whitlam, representante del ala más izquierdista del partido, alcanzó el liderazgo de los laboristas australianos. En 1972, los laboristas volvieron a ganar las elecciones federales, y Whitlam fue nombrado primer ministro.

Whitlam puso en marcha un ambicioso programa de reformas, como la eliminación del servicio militar obligatorio, favorecer la integración de los aborígenes, y la instauración de un sistema público de sanidad y educación, entre otras. Sin embargo, el Senado, de mayoría Liberal-Nacional, vetaba parte de las reformas. Por esto, Whitlam decidió disolver las cámaras y convocar nuevas elecciones en mayo de 1974. Los laboristas volvieron a ganar en la Cámara de Representantes, aunque con una mayoría mas ajustada, y en el Senado se produjo un empate entre los laboristas y la coalición conservadora, siendo decisivos los senadores independientes. En julio, es elegido como Gobernador General John Kerr, de la confianza de Whitlam.

La cosa cambió cuando tuvo que sustituirse a un senador para que este ocupara un cargo en el poder judicial federal. La oposición defendió que el puesto fuera ocupado por un independiente, ya que las reglas de la cámara solo permite sustituir a un senador por otro del mismo partido en caso de fallecimiento o incapacidad. Además, el fallecimiento de un senador laborista por Queensland llevó a que la cámara de dicho Estado eligiera a un miembro contrario a Whitlam, que impugnó su elección ante los tribunales. De esta forma, quedaron dos puestos vacantes, y la coalición Liberal-Nacional obtuvo la mayoría en el Senado.
Malcom Fraser

Con esto, se produjo un bloqueo, que paralizó la aplicación de reformas y los presupuestos federales. La Coalición Liberal-Nacional exigió nuevas elecciones, a lo que Whitlam se negó. En 1975, ante la situación de parálisis, el Gobernador General, Kerr, decidió hacer uso de sus poderes constitucionales y cesó a Whitlam, nombrando al líder de la Coalición, Malcom Fraser, como Primer Ministro. La Cámara de Representantes intentó evitarlo con una moción de censura, pero la disolución del Parlamento ya era un hecho. En las elecciones de 1975, Fraser obtendría la mayoría en las dos cámaras, acabando con tres años de gobierno laborista.


Como dije al principio de esta entrada, cualquier país del mundo puede verse afectado por crisis políticas. Además, sería necesario reflexionar acerca del poder que debería tener un jefe de Estado, al que se le supone neutralidad e independencia con respecto a los poderes políticos.

Para ver más:
-https://www.elimparcial.es/noticia/153447/opinion/patologia-constitucional:-una-crisis-de-manual.html






lunes, 18 de diciembre de 2017

Parlamentarismo, presidencialismo y semipresidencialismo

En los sistemas republicanos, como Francia, Alemania o los Estados Unidos, el jefe de Estado es un Presidente de la República. A diferencia de un rey, un presidente de un sistema democrático es elegido de forma directa por los ciudadanos o elegido por el parlamento, y su tiempo en el cargo se encuentra limitado por ley (en sistemas autoritarios, se puede dar el caso de una "pseudomonarquía", como en Corea del Norte). Como republicano, he decidido describir brevemente los tres tipos de república para dar una reflexión sobre que sistema sería el adecuado a la realidad de España, en el caso de proclamarse una República.
Fuente: Wikipedia

El mapa que se muestra indican los diferentes sistemas de gobierno existentes en el mundo. Se pueden identificar las diferentes monarquías parlamentarias (en rojo y rosa), que se caracterizan al tener como jefe de Estado un rey, pero que carece de poderes efectivos, o estos se encuentran limitados por una Constitución (caso de Marruecos y Jordania). Las monarquías absolutistas (aún hoy se dan regímenes que recuerdan al Antiguo Régimen, véase el caso de Arabia Saudí) se identifican por el violeta, y se concentran en la Península de Arabia, principalmente.

En cuanto a los sistemas republicanos, estos se clasifican en tres tipos, principalmente, exceptuando las consideradas "repúblicas socialistas", identificadas en marrón. La clasificación de los sistemas republicanos se basa en la diferenciación, o no, entre la Jefatura del Estado y la Presidencia del Gobierno. Teniendo en cuesta esto, podemos identificar tres grupos:

PARLAMENTARISMO

En el primer grupo se encuentran aquellos sistemas republicanos que diferencian claramente las figuras del Jefe del Estado y del Jefe de Gobierno. Estos sistemas se implantaron, por lo general, en países que habían sido con anterioridad monarquías parlamentarias, como en el caso de Italia (cuya república se instauró en 1946), o en Alemania tras la caída del II Reich en 1918. Su funcionamiento es similar a de las monarquías parlamentarias, como la española, con un parlamento electo cada cierto tiempo, el cual debe elegir a un Presidente del Gobierno. En estos casos, el Presidente de la República tiene escasos o nulos poderes, de los cuales el principal es el de elegir a un candidato a presidente del gobierno para ser investido por el parlamento. Sin embargo, esta decisión no la realiza arbitrariamente, sino que es protocolaria porque siempre elige a aquel candidato dispuesto a formar el futuro gobierno, como ocurre en España. El principal ejemplo es el de Alemania, cuyo presidente es muy probable que ninguno sepa quien es: se llama Frank Walter Steinmeier (lo se porque lo acabo de buscar en Internet). Por lo general, y la experiencia histórica lo avala, este sistema es el mas estable, al tener el parlamento un poder mas notable, pues de él depende que el ejecutivo continúe o sea cesado mediante moción de censura.

PRESIDENCIALISMO

Si en el sistema parlamentario se diferencian claramente jefe de Estado y presidente del Gobierno, en el presidencial ambas figuras se unen en la misma persona. El sistema presidencial es el predominante en América (excepto Canadá y las demás monarquías que conforman la Commonwealth), y su máximo exponente son los Estados Unidos de América. Se basa en la estricta separación de poderes, pues tanto el ejecutivo (Presidente de la República), como el legislativo (el parlamento), son elegidas por separado. Esto puede llevar a que en el parlamento haya una mayoría de un grupo político opuesto ideológicamente al Presidente de la República, como le ocurrió a Obama en sus últimos años, o sucede en Venezuela actualmente. En teoría, gobierno y parlamento se controlan mutuamente y evitan que el poder se concentre en un partido o presidente, como ocurriría en un sistema parlamentario cuando un partido obtiene la mayoría absoluta. En la práctica, estos sistemas han sido, por lo general, inestables, pues en ocasiones las diferencias entre parlamento y gobierno han sido tales que se han llegado a guerras civiles o golpes de Estado, esto último muy habitual en la Historia de Latinoamérica. También se da el caso del autoritarismo, facilitando la llegada al poder de líderes caudillistas. En la imagen inferior, se puede observar un esquema del sistema político estadounidense, basado en la idea liberal de los check and balances (pesos y contrapesos), para evitar la concentración del poder político, y que serviría de inspiración a los demás Estados americanos.

SEMIPRESIDENCIALISMO

El último caso consiste en la combinación de los sistemas anteriormente explicados. En el sistema semipresidencialista, se diferencian las figuras del Jefe de Estado, que es el Presidente de la República, y del Jefe del Gobierno. Pero, en este sistema el presidente de la República influye en el Ejecutivo, pues este elige al Presidente del Gobierno directamente, que después debe haber sido aprobado por el Parlamento. La elección del Presidente de la República también es diferente a la del  parlamentarismo, porque se vota directamente por los ciudadanos, usualmente en un sistema de doble vuelta. El presidente de la república, por lo tanto, carece de verdadera independencia, pues se suele presentar avalado por un partido o coalición política.

Una vez elegido el Presidente de la República, este elegirá a un Presidente del Gobierno, quien ejercerá el liderazgo del ejecutivo. La relación de poder variará, por lo tanto, según la composición del parlamento. Si en el parlamento el partido o coalición mayoritaria es la igual a la que forma parte el Presidente de la República, o esta es ideológicamente afín, este tendrá el verdadero poder sobre el ejecutivo. Si, por el contrario, en el parlamento dominara un partido o coalición opuesta ideológicamente, o simplemente distinta, a la que pertenece el Presidente de la República, se verá forzado a elegir como Presidente del Gobierno a alguien del partido mayoritario. Entonces, el poder real recaerá el jefe del Gobierno, y el Presidente de la República pasará a tener funciones representativas.

El principal ejemplo de este sistema se encuentra en Francia, el cual se instauró tras la proclamación de la V República por Charles de Gaulle.

Eso es todo. Espero que les haya interesado.